lunes, 1 de noviembre de 2010

Señor Don Nadie


Me quedo absorta, y es que me doy cuenta que en sí vivo adivinando tus cartas, las mías y las de los demás.

Hoy sólo me quedo parada y veo a los lados, lo que tengo es tan relativo, y es que sabes, me siento a hablarte, sé que estás por ahí, aunque no me dejes verte. Entiendo tu enojo, de ver como no pude subir la apuesta, y perdí.

¿Cómo te llamaré? ¿Ellis, Anna o Jean? Adoro llamarte Anna aunque por principio de cuentas no eres mujer, no intentes entenderlo, ni yo lo hago. Me quedé entre Ellis y Jean porque de forma simple fue lo que menos esfuerzo requería, apareces en cada nombre, en cada letra, todos suenan a ti.

¿Amor eterno? Claro que sí. Que desperdicio no pensarlo como tal. Las piezas están acomodadas, sigo pensando a donde mover mi reina. La luz se enciende. Te veo.

No te muevas, sé que me ves, sé que me oyes, sé que me piensas... Sé que en las noches respiras ese perfume con olor a mariposas, sé que de una u otra forma, seguimos aquí, uno frente al otro, más allá de la fantasía, de la realidad... del tiempo.

No más Mrs. Little Pea, busca a Mr. Nobody será más sencillo encontrar a nadie.